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neko_no_koe@hotmail.com

2010/08/10

Lluvia.



Hoy llueve. ¿Recuerdas lo mucho que me gustaba la lluvia? Hoy no me gusta. Hace seis meses que dejó de gustarme.



¿Te acuerdas de como nos conocimos? Bueno, tendía que decir como te conocí porque tú lo sabías todo de mí. Fue un día cualquiera, un día lluvioso cualquiera; después de haber salido del instituto fui a cojer el autobús, medio vacío, y mientras buscaba un sitio en el que sentarme me cojiste del brazo y me empujaste contra el asiento; repliqué, mejor dicho, lo intenté. Tu imagen imponía, tu pelo despeinado y engominado en todas direcciones era de un rubio clarito, tus marinos ojos deseaban descubrir mis pensamientos y lo más característico eran esos pendientes tuyos, uno en la oreja izquierda y el otro en tu labio inferior unidos por una cadena.

Intenté replicar pero todo mi coraje huyó al verte. Sonreíste de esa manera pícara y socarrona que tan solo tú eras capaz de realizar y que tanta confianza me dio en adelante.



-No me tengas miedo, Ángela -dijiste.


-No me das miedo -repliqué acomodándome, haciéndome la orgullosa-.¿De dónde has sacado mi nombre?


-Es un secreto -me guiñaste un ojo, mi cara se inundó de vergüenza pero no dijiste nada.



Comenzaste a hablar de centenares de cosas que yo adoraba: mis cantantes favoritos, asignaturas, libros, series de televisión, películas... Quedé ipnotizada con nuestra conversación; olbidé como me empujaste al asiento y que te acababa de conocer.

Bajáste en mi parada y me acompañaste hasta mi portal.



-¿Me diras ya por qué sabes mi nombre? -pregunté antes de que decidieras marcharte.


-Me interesas -respondiste. Besaste mi mejilla y te fuiste dejándome en shock con tu sonrisa.



Por la noche, para mí, no eras más que un recuerdo, no albergué ninguna esperánza de volver a verte. Sonó mi teléfono móbil, contesté.



-Hola -dijiste- ¿Podemos vernos en el parque que está cerca de tu edificio?


-¿Ha pasado algo?


-Ven.



Me puse lo primero que vi por el suelo y fui al sitio del encuentro, te columpiabas, me acerqué y vi tu sangre. Me miraste con seriedad.



-Unas hijas de su madre me pagaron por engatusarte -confesaste-. Pero las cosas han canviado, les he devuelto el dinero y sus "novios" me han golpeado.



No sabía que contestar, ya me figuraba que tendría que ser una trampa. Te levantaste y extendiste tu mano derecha.



-Es un placer. Me llamo Loki Van Veen; mis padres son holandesos, pero he vivido aqui desde pequeñin.


-Yo soy Ángela Boronat. Tendrías que curarte las heridas.



Te negaste incansablemente mientras te llevaba a mi casa. Mi madre se sorprendió el verte; le expliqué lo sucedido mientras te curaba en el sanitario, te quitaste los pendientes y me sorprendió lo atractivo que eras. Tenías cara de niño pequeño.



-Lucirías bien con el pelo negro y un poco más normal -apunté-.


-Pero entonces no daría miedo a la gente -dijiste con una sonrísa de oreja a oreja.


-¿Has dado miedo? ¿Tú? No me lo creo -me burlé, reíste.


-No me hagas reir que duele.



Me disculpé.

Pasó un mes y tu cabello canvió de amarillo a negro. Aquel día lo dijiste, la primera vez que alguien me decia esas dos palabras...



-¿Alquien te ha besado? -preguntaste mirandome los labios, negué- Me lo figuraba...


-¿Por qué?


-Me llaman -reí-. No te rías, lo digo en serio, quieren que los bese.


-¿Te contienes? -creí que era un juego pero disminuiste la distancia que nos separaba, me puse nerviosa.


-Me contengo, pero deseo hacerlo. ¿Me dejas?- tus labios rozaban los míos y el frío tacto de tu pendiente de plata me puso la piel de gallina.


-No juegues -te pedí.


-No juego -sentenciaste -¿Me dejas?



Miré tus labios y lo hiciste, solo fue un contacto, te miré.



-Te amo-dijiste.



Abrí los ojos ezageradamente, comencé a temblar, te asustaste y preguntaste que hiciste mal pero te devolví el beso de la manera más torpe posible, sonreíste.

El tiempo pasaba con rapideza. Un día las tipas que te contrataron me amenazaron y quedé con ellas en la vía del tren. Pusiste una regla: era una lucha de uno contra uno, si alguna de sus compañeras se metía tu tambien podías hacerlo. No cumplieron la regla y me protegiste. La policía llegó porque la llamaste con antelación y finjimos que tú pasaste por casualidad; las llevaron a comisaría mientras también intentaban detener mi llorera provocada.

En pleno junio una tormenta de verano cubrió las calles de Benidorm. Te dije como le agradaba la lluvia y como me gustaba el cielo en general, te conté mil cosas ese día bajo el tejado de una heladería.

Pasó el tiempo y cumplí los dieciseis años, me regalaste una pulsera con nuestros nombres gabados. Contigo me sentía capaz de cualquier cosa, fuera lo que fuera, pero me dejaste sola.



Lo recuerdo todo, cada carícia, cada palabra... recuerdo aquel olor tan distintivo tuyo de vainilla, tus labios, tus ojos, el tacto de tu pendiente... Algunas veces parece que estás a mi lado cuando lloro, te siento tan real, te siento tan cerca... nunca dices nada, pero me tocas, y con el contacto lloro más, pues recuerdo que no estás a mi lado, de que me dejaste sin justificación. ¿Recuerdas ese día?

Yo estaba en clases, en el exámen de matemáticas que me habías ayudado a preparar, y de golpe, a medio examen, mi madre entró en la clase, me miró. Me dijo lo que pasaba y, cogiéndole las llaves del coche de la mano, huí corriendo escaleras a bajo, ella cogió mi mochila, abrí el coche y me senté en el asiento del copiloto; mi madre me llevó, pero solo llegué para despedirme y entonces... te fuiste dejándome sola.

Cada día te recuerdo, cada día te pienso, cada día te veo en mi subconsciente y cada día lloro hasta que las lágrimas se agotan. ¿Te gusta verme sufrir? ¿Te gusta verme triste? ¿Te gusta ver como me consumo día a día? Me diste una esperanza y me la quitaste sin darme tiempo a que pudiera quejarme. Me exigiste que no me diera por vencida pero... ya no puedo más.

Ya hacen seis meses desde que te fuiste, seis meses que lucho por mantenerme con vida pero la vida sin ti no tiene sentido.



-Me rindo



Te lo digo ahora, en medio de la lluvia en el sitio en el que descansas, no llevo paraguas no me hace falta. Estás triste poque no quiero estar sin ti, i por eso llueve. Pero debes comprenderme, no puedo más. No puedo.

Apareces, una de mis imaginaciones subconscientes aparece, al lado de tu lápida y me miras con tristeza. ¿Qué querías que hiciera yo? Antes de conocerte yo luchaba por subsistir enfrentándome todos los días a la vida, a las obligaciones que la escuela me daba, a las petardas-toca-narices que me hacían imposible la existecia, a la agonía de pensar que no tenía amigos de verdad ya que siempre me vía traicionada... pero cuando te conocí todo eso canvió, ya no veia mi vida como una peniténcia, sino como una bendición. Un día me dijiste que yo era tu ángel (ya que mni nombre es Ángela) porque te di un propósito. Dios los cría y ellos se juntan. Pero es de verdad que tu me diste la luz que me hacia falta en mi oscuro mundo, tu fuiste el alngel de verdad. No dejas de mirarme.



-¿Por qué? -me qüestionas.



Es la primera vez que me hablas. Quedo muda. Eres tú, no eres un producto de mi imaginación, eres tú. ¿Has venido por mí? ¿Para acompañarme?



-Eres tonta -me dices con pesar fingiendo enojo. Sonrío.



No soy tonta, ya lo tendrías que saber. Suspiro. Me mareo un poco, comienzan a hacer efecto, me siento sobre la hierba humeda que hay sobre tu ataul. La lluvia cede. La vista se me nubla y el mareo se agraba, me tumbo. Me duele al respirar. He venido a pie, empapándome, desde mi casa hasta el cementerio con las muñecas cortadas de la peor manera; he perdido mucha sagre y más que perderé.



-Te amo con toda mi alma y todo mi corazón -te digo.


- Ya lo sé... yo también te amo.-dices.



Plumas blancas caen del cuelo mientras se solea. No sé donde estas, no sé donde voy a ir, solo sé que quiero estar donde tu estas, quiero ver lo que tu ves aunqu eno sea nada. Quiero estar contigo. Poco a poco cierro los ojos y todo se hace oscuro, la ruidosa calle de repente enmudece y después... NADA.

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